Al contrario de lo que muchos piensan, tratar de cortar con un cuchillo desafilado puede resultar mucho más peligroso que hacerlo con uno correctamente afilado. Y sin dudas infinitamente más frustrante. Porque tenés que hacer más fuerza, maniobras extrañas y posiciones ridículas que te pueden hacer perder concentración y provocar un accidente.
Por eso, para lucirte (y cuidarte) en la cocina, asegurate de que tus cuchillos cuenten con el filo indicado para lo que querés hacer. Y la forma más simple y eficaz es contar con tu propio afilador. Hay muchas formas y modelos, y seguro que alguno se ajusta a tus necesidades.